sábado, 26 de mayo de 2012

¿Quién pasará?

(Por Edgardo Pérez Castillo) Testigos de una época en la que la vinculación de la ciudad con el Paraná estaba ligada al transporte de materias primas y ciertas manufacturas, los antiguos galpones ubicados en la costa del centro rosarino comenzaron a transformarse hace ya algunos años. Desde la creación del Centro de la Juventud en San Martín y Avenida Belgrano y del Centro de Expresiones Contemporáneas, en Sargento Cabral y el río, pasando por la utilización del Galpón 11 como espacio para el rock y llegando al Galpón 17 como sede de la Escuela de Artes Urbanas, la propuesta estatal fue la de recuperar esos espacios promoviendo la apropiación de los mismos por parte de los jóvenes, el arte y la cultura. Con el objetivo de profundizar ese proyecto, en diciembre tres de los principales galpones del corredor ribereño comenzaron a ser refaccionados, como parte de un plan estratégico que buscará fomentar la convivencia de actividades públicas con emprendimientos privados. Una situación que, sin embargo, genera ciertas dudas. Es que, más allá de lo auspicioso del mismo, el proyecto sólo podrá probarse efectivo una vez concretadas las licitaciones de los sectores destinados a privados, luego de que se evidencie el perfil de esos emprendimientos, como culminación de un proceso de refacción que, se estima, demandará al menos dos años. ¿Será entonces un corredor eminentemente cultural y destinado a los jóvenes? ¿O, por el contrario, un circuito turístico gastronómico que emule al costoso Puerto Madero porteño?
 Para el secretario de Cultura municipal, Horacio Ríos, los propios lineamientos del proyecto son los que garantizan una real convivencia entre las propuestas del sector privado con los espacios que continuarán trabajando bajo la órbita estatal: “Yo no veo la posibilidad de que la gastronomía dificulte la actividad cultural. Al contrario, ganaríamos mucho porque la gente tendría un espacio concreto para compartir el paseo. Hoy faltan baños públicos, lugares para tomar un café con la familia. Es un gran desafío, pero es un buen desafío. No veo dónde una cosa podría perjudicar a la otra”. De concretarse, esta será además la posibilidad de culminar con un proyecto que no es nuevo, algo que distinguió el propio Ríos, que reconoció como impulsora a Chiqui González, actual ministra de Innovación y Cultura provincial.


En concreto, una vez finalizadas las remodelaciones, el Galpón 11 alojaría a las escuelas de Rock y de Artes Urbanas, mientras que las estructuras del 13 y el 15 estarían destinadas a una feria cultural vinculada con el diseño y un gran espacio de exposiciones. El Galpón 17, en tanto, quedará en manos de aquellas propuestas gastronómicas que logren la concesión del espacio, según detalló Marcelo Palma, director de la Escuela de Artes Urbanas que, por estos días, continúa funcionando en la estructura ubicada en Buenos Aires y el río.




En relación a la interacción entre los diversos espacios, Palma reconoció: “No sé cómo se dará la convivencia con lo privado, sí sé que la intención es que nosotros tengamos actividades los fines de semana. En algún momento incluso se había hablado que el espacio del Galpón 17 tuviera una fisonomía relacionada con la comida rosarina, y también se está viendo la posibilidad de que los chicos de la Escuela de Artes Urbanas puedan trabajar allí, hacer algún espectáculo. Pero como todavía no está definida la concesión, no se sabe qué va a pasar”.
  A modo de antecedente y ejemplo de lo que el municipio propone a nivel de interacción entre lo público y privado, en 2004 La Casa del Tango abrió sus puertas en el galpón ferroviario de España y Wheelwright, antigua estructura que comparte con dos bares, en apariencia, temáticos. Sin embargo, son escasas las actividades culturales desarrolladas en ambos restaurantes, que se establecieron donde, durante buena parte de los 90, funcionó el centro cultural alternativo Galpón Okupa. Integrante de ese proyecto autogestionado, de política horizontal y participativa, Eduardo Vignoli (por entonces integrante de la banda Los Buenos Modales, y actual líder de la orquesta ambulante Una Cimarrona) recordó las dificultades a las que debieron enfrentarse para poder sostener su propuesta en esos galpones que tenían destino tanguero y gastronómico.


Luego de su desalojo, el proyecto del Galpón Okupa recorrió diversos espacios, pero perdió fuerza hasta diluirse por completo. El paso del tiempo serviría para corrobar que su propuesta, sumamente alternativa, jamás hubiera podido convivir con los coquetos emprendimientos que hoy flanquean a La Casa del Tango. El tiempo, una vez más, permitirá juzgar el resultado de esta nueva invitación a la convivencia entre actores públicos y privados.


Información sobre imágenes:
Galpones en obra: producción propia.

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